domingo, 5 de febrero de 2012

Estrofas de dos versos

1. Alegría

Es una estrofa de dos versos, propia de la poesía popular andaluza del que toma su nombre, de rima asonante con dos posibles combinaciones: un pentasílabo y un decasílabo compuesto (5+5):

Vente conmigo
a las retamas de los caminos.
(Anónimo)

o un hexasílabo y un endecasílabo de gaita gallega (dactílico). Recordemos que, según su esquema acentual, hay varios modelos de endecasílabos dactílicos: el dactílico puro, con acentos en 4ª.7ª.10ª, el dactílico pleno (1ª.4ª.7ª.10ª) y el dactílico corto (2ª.4ª.7ª.10ª):

Sale de la alcoba
coloradita como una amapola. (4ª.7ª.10ª)
(Anónimo)

La estrofa puede ir seguida de un estribillo de tres versos, de los que el primero rima con el tercero y queda suelto el segundo (a - a).


2. Aleluya

Combinación de dos versos octosílabos con rima consonante.

La primavera ha venido
nadie sabe cómo ha sido.
(Antonio Machado)

Este tipo de combinación se presta a asuntos sentenciosos, a veces también con sentido irónico.

Otras acepciones: Pareado de versos octosílabos, generalmente de tono popular o vulgar: «sí que es ingeniosa esa aleluya que te acabas de inventar».
[Uso figurado y familiar] Cada uno de los versos de carácter prosaico que se recitan o escriben en serie y de puro sonsonete: «ya se escuchan las aleluyas del limosnero de la calle Mayor».


3. Pareado

  Es la estrofa más simple, pues el verso único (dotado de individualidad rítmica y semántica) que se usó en motes y divisas, así como en el tema de algunas glosas, no forma en sí mismo estrofa. El pareado se compone de dos versos, con igual o diferente medida, que riman entre sí en asonante o consonante. El hecho de formarse por dos versos ha propiciado que, por influencia de la métrica griega y latina, se denomine también como “dístico”.

El pareado puede funcionar como una estrofa independiente formando refranes, proverbios, “aleluyas” populares, “alegrías” andaluzas, canciones infantiles, etc.:

"Que bien me lo veo y bien me lo sé
que a tus manos moriré"
(Cancionero musical de Palacio)

Puede unirse a otros pareados para formar composiciones más amplias, lo que se realizó, sobre todo, a partir del siglo XVIII:

"Me asomé, lejos, a un abismo...
Sobre el espejo que perdí he nacido.

Clavé mis manos en mis ojos...
Manando estoy en mí desde mi rostro"
(Emilio Prados)

El pareado lleva tras de sí un dilatado correr literario en el que ha agotado prácticamente todas sus posibles combinaciones, tanto en la medida de los versos, como en las rimas. La tendencia general de la Edad Media es a construir el pareado con versos de arte menor, mientras que a partir del siglo XVI es frecuente el empleo del endecasílabo (y, posteriormente, también del alejandrino), que podía alternar con versos cortos.


Fuentes:
  • Enciclopedia Universal DVD ©Micronet S.A. 1995-2004
  • Diccionario de Métrica española. José Domínguez Caparrós