sábado, 29 de octubre de 2011

El Verso. Tipos de versos

El verso. Sus tipos

(Del lat. versus); sust. m.
 
El verso es la unidad básica producto de la segmentación del lenguaje versificado. Esta unidad va delimitada por pausas métricas, y es la portadora de uno o varios elementos de la versificación. Este elemento se da en la unidad precedente, y se espera en la(s) unidad(es) siguiente(s). El verso es, por tanto, la unidad rítmica., la figura fónica recurrente. Para que se de el verso es imprescindible la existencia de una serie.
 
 
Unidad rítmica del poema. Los versos son partes del discurso formados por una serie de palabras que se mantienen unidas por una melodía de entonación única y que se relacionan con otros versos mediante la rima, por su igual o proporcional número de sílabas, la coincidencia en la posición de sus acentos, etc. Se trata de segmentos fónicos que son percibidos como equivalentes, como comparables entre sí, tras el establecimiento de unas magnitudes como el cómputo silábico, ritmo, entonación métrica, rima, sistema de pausas... La unión de versos forma la estrofa y, más ampliamente, el poema.
 
Se organizan según una disposición gráfica especial: cada verso es una línea que se ajusta a un patrón métrico previo y/o a la voluntad expresiva del autor, que manifiesta así su intención rítmica y el modo en que ha de leerse su creación.
 
El carácter del verso se define en estrecha relación con las condiciones fonológicas de cada lengua.
 
El verso, en relación con aquéllos con los que puede formar una estrofa, recibirá distintos nombres según el conjunto conserve o no una uniformidad en distintos parámetros. Se denominarán versos métricos los que mantengan un mismo número de sílabas y amétricos, asilábicoso irregulares los que no se ajusten a una igualdad en el cómputo silábico. Serán monorrítmicos los que sostengan un mismo patrón acentual y polirrítmicos los que alteren el orden y las cláusulas métricas que determinan su ritmo. Los versos amétricos podrán ser, a su vez, acentuales, a pesar de su oscilación en la medida, mantienen una regularidad en el esquema acentual, o libres, si no mantienen ni medida ni un patrón acentual único. Este tipo de verso merecen una mención aparte porque obligan a replantear los límites entre el verso y la prosa, que nunca han estado definidos unánimemente. El poema obliga a estructurar las partes del discurso en unos segmentos (los versos), dispuestos según una regularidad de orden numérico (el cómputo silábico), iterativo (la rima), etc. En líneas generales podría decirse que la ausencia de esta regularidad, pero manteniendo la disposición más o menos fragmentada del discurso, constituye los llamados versos libres. Se dice por ello que este tipo de versos son una contradicción en sí mismos, si entendemos el verso como opuesto a la prosa por el sometimiento a unas leyes específicas. El verso sería el texto marcado respecto de la prosa que sería el texto no marcado. El verso fluctuante se considera como un verso semilibre que encierre una cierta (que no completa) regularidad rítmica.
 
Los versos también pueden clasificarse según su número de sílabas. De esta manera se dividen en simples y compuestos. Los primeros pueden ser de arte menor (hasta las ocho sílabas), o de arte mayor (versos de 9, 10 u 11 sílabas). Los versos compuestos son aquéllos que sobrepasan las 11 sílabas y están formados por versos simples, separados entre sí por una cesura.
 
Modismos
Correr el verso. Ser fluido y sonar bien al oído.
Verso acataléctico. El griego o latino que tiene todos sus pies cabales.
Verso adónico. El griego o latino que consta de un dáctilo y un espondeo, usado generalmente en combinación con los sáficos. 2.El de la poesía española que consta de cinco sílabas, la primera y la cuarta largas y el resto breves.
Verso agudo. El que termina con una palabra aguda.
Verso alcaico. El griego o latino que consta de un espondeo o yambo, junto con otro yambo, una cesura y dos dáctilos. 2. El griego o latino que consta de dos dáctilos y dos troqueos.
Verso alejandrino. El que consta de catorce sílabas y está dividido en dos hemistiquios.
Verso amebeo. Cada uno de los que componen los cantos alternativos de los pastores, que han sido introducidos en algunas églogas.
Verso amétrico. El que no tiene una medida fija de sílabas.
Verso anapéstico. El griego o latino compuesto de anapestos o análogos.
Verso asclepiadeo. El griego o latino que consta de un espondeo, dos coriambos y un pirriquio.
Verso asclepiadeo mayor. El asclepiadeo que acaba con dos dáctilos y consta además de un espondeo y dos coriambos.
Verso asclepiadeo menor. Véase verso asclepiadeo.
Verso blanco. Véase verso suelto.
Verso cataléctico. El griego o latino al que le falta una sílaba en el final o que tiene algún pie imperfecto.
Verso coriámbico. El que consta de coriambos.
Verso dactílico. El que consta de dáctilos.
Verso de arte mayor. El que consta de doce sílabas y está dividido en dos hemistiquios. 2. El que consta de más de ocho sílabas.
Verso de arte menor. El de redondilla mayor o menor. 2.El que consta de menos de ocho sílabas.
Verso de cabo roto. Aquel en el que se suprimen las sílabas que siguen a la última acentuada.
Verso de redondilla mayor. El que consta de ocho sílabas.
Verso de redondilla menor. El que consta de seis sílabas.
Verso ecoico. El latino que tiene las dos últimas sílabas iguales. 2. El utilizado en la composición poética castellana llamada eco.
Verso esdrújulo. El que termina con una palabra esdrújula.
Verso espondaico. El hexámetro, que tiene espondeos intercalados.
Verso falecio. El griego o latino que es endecasílabo y se compone de cinco pies: un espondeo, un dáctilo y tres troqueos.
Verso ferecracio. El griego o latino que consta de tres pies: un espondeo, un dáctilo y otro espondeo.
Versos fesceninos. Los satíricos y obscenos, inventados en la ciudad de Fescenio, que solían cantarse en la antigua Roma.
Verso gliconio. El griego o latino que consta de tres pies: un espondeo y dos dáctilos.
Verso heroico. El más empleado en la poesía heroica de cada país.
Verso hexámetro. El griego o latino que consta de seis pies: cada uno de los cuatro primeros espondeo o dáctilo, el quinto dáctilo y el sexto espondeo.
Verso hiante. Aquel en el que hay hiatos.
Verso leonino. El latino cuyas sílabas finales están en consonancia con las últimas del primer hemistiquio, muy empleado en la Edad Media. 2. El castellano que tiene rima interior.
Verso libre. Véase verso suelto. 2. El no sujeto a rima ni a metro fijo.
Verso llano. El que termina con una palabra llana.
Verso oxítono. Véase verso agudo.
Versos pareados. Los dos que son sucesivos y riman consonantemente.
Verso paroxítono. Véase verso llano.
Verso pentámetro. El griego o latino que consta de un dáctilo o un espondeo, de otro dáctilo o espondeo, de una cesura, de dos dáctilos y de otra cesura.
Verso proparoxítono. Véase verso esdrújulo.
Verso quebrado. El de cuatro sílabas que se alterna con otros más largos.
Verso ropálico. Aquel en el que cada palabra tiene una sílaba más que la que la precede, utilizado en la poesía griega.
Verso sáfico. el griego o latino que consta de once sílabas distribuidas en cinco pies. 2. El de la poesía española que consta de once sílabas, acentuadas la cuarta y la octava.
Verso senario. El que consta de seis pies.
Verso suelto. El que no rima con ningún otro.
Verso trímetro. El latino que consta de tres pies o de tres dipodias.
Verso trocaico. el latino que consta de siete pies: algún troqueo obligado, y el resto espondeos o yambos al azar.
Verso yámbico. El griego o latino que consta exclusiva o parcialmente de yambos. 

 

1. VERSOS SIMPLES DE ARTE MENOR

 
El verso monosílabo no existe debido a que constaría de una sola sílaba que, al ser forzosamente tónica, obligaría a la suma de un tiempo métrico más, con lo que resultaría un bisílabo.
 
Parisílabo o bisílabo
 
Es el verso formado por dos sílabas. Su empleo aislado es poco frecuente. Se utilizó en el Romanticismo como parte de composiciones polimétricas.
 
"Noche
triste
viste
ya,
aire,
cielo,
suelo,
mar" (Gertrudis Gómez de Avellaneda).
 
Trisílabo
 
Consta de tres sílabas. Aparece en el Neoclasicismo y es empleado, frecuentemente en combinación con otros versos, por autores románticos, modernistas y de la generación del 27.
 
"El ruido
cesó,
un hombre
pasó..." (José de Espronceda).
 
Tetrasílabo
 
Consta de cuatro sílabas. Suele alternar con octosílabos, dando lugar así a las “coplas de pie quebrado”, o “manriqueñas” (sextilla), típicas del siglo XV. Tras su empleo en la Edad Media, guarda un relativo silencio hasta el Neoclasicismo, Romanticismo y Modernismo.
 
"Señor mío,
de ese brío,
ligereza
y destreza..." (Tomás de Iriarte).
 
Pentasílabo
 
Consta de cinco sílabas. Aparece como verso independiente en el XV. Fue muy utilizado en el Renacimiento y en el Neoclasicismo y, en menor medida, en Romanticismo, Modernismo y generación del 27.
 
"Tanto silencio,
modestia tanta,
me deja absorto
más que sus gracias" (Nicolás Fernández de Moratín).
 
Hexasílabo
 
Consta de seis sílabas. Se emplea con frecuencia en romancillos, villancicos y endechas, solo o alternando con versos más largos. Es uno de los versos cortos más utilizado en la literatura española:
 
"Cogía la niña
la rosa florida;
el hortelanico
prendas le pedía" (Gil Vicente).
 
Heptasílabo
 
Consta de siete sílabas. Se utiliza con endecasílabos, con los que forma las silvas y las liras. Aparece, como verso regular, en la literatura española del siglo XII (Auto de los Reyes Magos, Disputa del alma y el cuerpo). Reaparece en el Renacimiento como verso independiente (pues con otro heptasílabo formaba el alejandrino) en seguidillas. En el Barroco se emplea en romancillos, y en el Neoclasicismo en odas, romances, letrillas, endechas, anacreónticas, etc. También se acudió al heptasílabo en el Romanticismo y en la generación del 27.
 
"Yo corro tras las ninfas
que en la corriente fresca
del cristalino arroyo
desnudas juguetean" (Gustavo A. Bécquer).
 
Octosílabo
 
Consta de ocho sílabas. Es el más antiguo de los versos de arte menor y el de mayor uso, ya que responde al grupo fónico mínimo del castellano. Se atestigua ya en el siglo XI formando algunas jarchas mozárabes (métrica árabe). Es el verso por excelencia de la poesía popular, de los romances y del teatro clásico. Entró en crisis en el Neoclasicismo, si bien resurgió con el Romanticismo.
 
"Todo se vende este día,
todo el dinero lo iguala:
la Corte vende su gala,
la guerra su valentía;
hasta la sabiduría
vende la Universidad" (Luis de Góngora)
 
 

2. VERSOS SIMPLES DE ARTE MAYOR

 
Eneasílabo
 
Consta de nueve sílabas. Poco usado en español, salvo como estribillo de canciones populares, principalmente en el XV. Con variados tipos de acentuación, se empleó durante el Neoclasicismo, el Romanticismo y el Modernismo, así como por autores actuales.
 
"La vida estaba en todas partes:
en tu cabello, sobre el césped,
sobre la tierra que añorabas,
sobre los chopos, por tu frente..." (José Agustín Goytisolo).
 
Decasílabo
 
Consta de diez sílabas (puede entenderse como un verso compuesto de dos pentasílabos, según el esquema 5+5). Suele usarse en combinación con otros versos. Lo tomó Sor Juana Inés de la Cruz para formar estribillos populares. Se rescató tímidamente en el Romanticismo. Suele exigir acentos en 3ª, 6ª y 9ª sílabas.
 
"Cátedras del abril, tus mejillas,
clásicas, dan a mayo, estudiosas,
método a jazmines nevados,
fórmula rubicunda a las rosas" (Sor Juana Inés de la Cruz).
 
Endecasílabo
 
Consta de 11 sílabas. Es el verso simple de arte mayor más utilizado en la literatura española y fue elegido muy tempranamente como verso culto por excelencia. Es un verso de origen italiano que aparece en España con los primeros trovadores gallegos y catalanes. En Castilla surgió más tarde: don Juan Manuel lo empleó en algunos dísticos de el Conde Lucanor y Alfonso X en muchas de sus poesías gallegas. En el s. XV, Francisco Imperial y el marqués de Santillana (con sus 42 Sonetos fechos al itálico modo) intentan adaptar al castellano el endecasílabo italiano, lo que no se consigue realmente hasta el XVI con Boscán, y de manera más perfecta, con Garcilaso de la Vega. Con el uso del endecasílabo se abrían paso en la literatura española, a parte del soneto, formas estróficas como la canción, la octava, el terceto encadenado, el uso del endecasílabo suelto, etc.
 
Existen, fundamentalmente, cuatro tipos de endecasílabos que suelen aparecer mezclados en un mismo poema constituyendo una base polirrítmica:
 
Endecasílabo enfático.
 
Con acentos obligatorios en 1ª y 6ª sílabas:
 
"NÓche fabricadÓra de embelecos..." (Lope de Vega).
 
Endecasílabo heroico.
 
También llamado endecasílabo “a maiore”, Lleva acentos obligatorios en 2ª y 6ª sílabas:
 
"En tÁnto que de rÓsa y d’azucena..." (Garcilaso de la Vega).
 
Endecasílabo melódico.
 
Con acentos obligatorios en 3ª y 6ª sílabas:
 
"Otro tiÉmpo llorÉ y agora canto..." (Boscán).
 
Endecasílabo sáfico.
 
También llamado endecasílabo “a minore”. Lleva acentos obligatorios en (1ª), 4ª y 6ª u 8ª sílabas.
 
"NuÉstra famÓsa inmÉmoriÁl pobreza..." (Jaime Gil de Biedma).
 
Endecasílabo de gaita gallega.
 
Puede utilizarse también un tipo de endecasílabo “dactílico” o “anapéstico”, cuya acentuación se establecería en 4ª y 7ª sílabas. Este ritmo coincide, en parte, con el endecasílabo de gaita gallega, presente en la poesía popular y en algunas formas cultas, caracterizado por su acentuación en 1ª, 4ª, 7ª y 11ª sílabas:
 
"GriÉga es su sÁngre, su abuÉlo era ciÉgo..." (Rubén Darío)
 
 

3. VERSOS COMPUESTOS

 
Dodecasílabo
 
Consta de 12 sílabas, según el esquema “6+6” o “7+5”. Es el metro culto y de ritmo solemne de la literatura del XIV y del XV. Se denomina también “verso de arte mayor”.
 
"Tus casos fallaçes, Fortuna, cantamos,
estados de gentes que giras e trocas,
tus grandes discordias, tus firmezas pocas,
y los qu’en tu rueda quexosos fallamos" (Juan de Mena).
 
Tridecasílabo
 
Consta de 13 sílabas. Es un metro de escaso uso, ensayado por Gertrudis Gómez de Avellaneda y presente en los poetas modernistas. Suele estar compuesto de un hexasílabo más un heptasílabo (6+7).
 
"La jónica gracia maldice de los hombres
y cubre al Eurotas el limo del Jordán..." (Manuel González Prada).
 
Alejandrino
 
Consta de 14 sílabas. Es el verso que se utilizó durante todo el siglo XIII por los poetas del Mester de Clerecía. Su nombre se debe a que fue el metro utilizado en Francia, en el siglo XII, para la composición del Roman d’Alexandre. Después del siglo XV casi desaparece para resurgir en el Neoclasicismo y generalizarse en el Modernismo. En épocas modernas se ha utilizado para la creación de sonetos en sustitución del endecasílabos. Normalmente se manifiesta de manera polirrítmica, sin una disposición fija en sus acentos, si bien, en ocasiones, se han trazado ritmos acentuales precisos. Por ejemplo, el “alejandrino anapéstico” (con acentos en 3ª y 6ª sílabas de cada hemistiquio), el “yámbico” (con acentuación en sílabas pares) o el “alejandrino mixto” (acentos en 1ª y 3ª o 4ª sílabas de cada hemistiquio).
 
"Para el hijo será / la paz que estoy forjando.(6+1=)7+7
Y al fin en un océano / de irremediables huesos(8-1=) 7+7
tu corazón y el mío / naufragarán, quedando 7+7
una mujer y un hombre / gastados por los besos" 7+7
(Miguel Hernández)
 
Pentadecasílabo
 
Constan de 15 sílabas. Suelen formarse según los siguientes esquemas: “6+9”, “7+8”, o bien, tres pentasílabos (5+5+5)
 
"Padre viejo y triste, rey de las divinas canciones,
son en mi camino focos de una luz enigmática
tus pupilas mustias, vagas de pensar abstracciones,
y el límpido y noble marfil de tu testa socrática" (Amado Nervo)
 
Hexadecasílabo
 
Consta de 16 sílabas. Suele formarse mediante la unión de dos octosílabos.
 
"Se ha asomado una cigüeña a lo alto del campanario.
Girando en torno a la torre y al caserón solitario,
ya las golondrinas chillan. Pasaron del blanco invierno,
de nevascas y ventiscas los crudos soplos de infierno" (Antonio Machado)
 
Heptadecasílabo
 
Consta de 17 sílabas. Puede darse por la unión de heptasílabo y decasílabo, o mediante la agrupación de cláusulas dactílicas (acentos en 1ª, 4ª, 7ª, 10ª, 13ª y 16ª sílabas).
 
"Viene el turbión de corceles corriendo con ímpetus hondos,
como banderas las trágicas crines en giro violento,
como el zumbar de las trompas de guerra los cascos redondos,
como espirales de lumbre los largos relinchos al viento" (Salvador Rueda)
 
Octodecasílabo
 
Consta de 18 sílabas. Suele formarse mediante la unión de dos eneasílabos. En el siguiente ejemplo de En las Orillas del Sar, aparece en combinación con un eneasílabo como verso quebrado:
 
"No maldigáis del que, ya ebrio, corre a beber con nuevo afán
su eterna sed es quien le lleva hacia la fuente abrasadora
cuanto más bebe, a beber más" (Rosalía de Castro)
 
Eneadecasílabo
 
Consta de 19 sílabas.
 
"Los tristes gajos del sauce lloran temblando su inmortal rocío
como estrofas de Prudhomme lloran las ondas, cíngaras del río...
Parece un gran lirio la nívea cabeza del viejo Patriarca" (J. Herrera Reissig)
 
Versos de veinte sílabas
 
Se produce por la suma de dos hemistiquios decasílabos dactílicos.
 
"Siempre aguijo el ingenio a la lírica y él en vano al misterio se asoma
a buscar a la flor del deseo vaso digno del puro ideal.
Quién hiciera una trova tan bella que al espíritu fuese un aroma,
un ungüento de suaves caricias con suspiros de luz musical" (Salvador Díaz Mirón)
 
Versos de veintidós sílabas
 
Se forman, habitualmente, mediante un eneasílabo y un tridecasílabo.
 
"En la ciudad callada y sola mi voz despierta una profunda resonancia.
Mientras la noche va creciendo pronuncio un nombre y este nombre me acompaña.
La soledad es poderosa, pero sucumbe ante mi voz enamorada"
(Francisco Luis Bernárdez)
 
Bibliografía
 
BALBÍN, R. de, Sistema de rítmica castellana (Madrid: Gredos, 1962).
DOMÍNGUEZ CAPARRÓS, J., Métrica española (Madrid: Síntesis, 1993).
NAVARRO TOMÁS, T., Métrica española. Reseña histórica y descriptiva (Madrid: Guadarrama, 1972).
QUILIS, A., Métrica española (Barcelona: Ariel, 1996).
SPANG, K., Ritmo y versificación (Madrid, 1972).

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